Por Emmet Fox
Cuando surge una dificultad, la gente a veces me pregunta, “¿qué he hecho para merecer esto? ¿Por qué tiene que pasarme esto a mí? No estoy consciente de haber hecho nada malo”.
La respuesta a esto es que nuestra experiencia es el resultado de la totalidad de nuestras creencias, y que todos tenemos ocultas en el inconsciente muchas creencias e ideas que desconocemos, cosas que nos dijeron en la infancia o que hemos leído. También, tenemos creencias y tendencias con las cuales nacimos, y que todavía tienen capacidad para influenciarnos.
Todo el mundo tiene algunas de estas cosas, y cuando se expresan en forma de problemas, significa que ha llegado el momento de desalojarlas, superando el problema –sea cual fuere- mediante la oración y la acción sensata.
Tus oraciones generales diarias y meditaciones, así como tu lectura de libros de espiritualidad, realizan esta labor de limpieza en todo momento.
Muy a menudo tus dificultades no se deben a algo del pasado sino a algún error que estás cometiendo en el presente. Probablemente no estás haciendo nada que se suela considerar equivocado, pero puede que estés trabajando demasiado (lo cual implica utilizar la fuerza de la voluntad), que estés descuidando las reglas ordinarias de salubridad, o que estés recortando tu tiempo de oración bajo la ilusión de estar “demasiado ocupado”. ¡Demasiado ocupado para dedicarle tiempo a Dios!
Haz un breve inventario, y si el punto débil no aparece, pídele a Dios que te lo muestre. “Él cuida de ti”.