Por Paramahansa Yogananda
ORIGEN DEL EFECTO DE LAS AFIRMACIONES
La palabra del hombre es el Espíritu en el hombre. Las palabras habladas son sonidos producidos por las vibraciones de los pensamientos. Los pensamientos son vibraciones emitidas por el ego o por el alma. Deberías saturar cada una de tus palabras con las poderosas vibraciones de tu alma. Si una persona es incapaz de infundir en sus palabras la fuerza del espíritu, el suyo es un lenguaje muerto. Cuando hablamos demasiado, o cuando exageramos o falseamos los hechos, nuestras palabras se vuelven tan inefectivas cual balas de papel disparadas con un rifle de juguete. Por eso, tanto las palabras como las plegarias de personas locuaces o inescrupulosas en su lenguaje suelen carecer de poder para operar un cambio positivo en el curso de los acontecimientos. Las palabras del ser humano deberían expresar no solamente la verdad, sino también su propia comprensión y realización (de dicha verdad). Un lenguaje carente de la fuerza del espíritu se asemeja a una mazorca de maíz desprovista de granos.
EL PODER ESPIRITUAL DE LA PALABRA HUMANA
Las palabras colmadas de sinceridad, convicción, fe e intuición actúan como bombas vibratorias altamente explosivas, cuyo estallido desintegra las rocas de las dificultades, operando la transformación deseada. Evita pronunciar palabras desagradables, aunque se refieran a hechos verídicos. Cuando, ante un conflicto, repetimos afirmaciones sinceras, con plena comprensión, sentimiento y determinación, éstas atraen infaliblemente la ayuda de la Omnipresente Fuerza Cósmica Vibratoria. Apela a dicho Poder con confianza infinita, desechando toda duda; de otro modo, la flecha de tu atención errará el blanco.
Una vez que hayas sembrado en la tierra de la Conciencia Cósmica las vibrantes semillas de tus oraciones, no las excaves a menudo con el objeto de comprobar si han germinado o no. Concédeles a las fuerzas divinas la oportunidad de operar ininterrumpidamente.
EL PODER DIVINO DEL SER HUMANO
No existe nada superior a la Conciencia Cósmica o Dios; su poder sobrepasa infinitamente los límites de la mente humana. Así pues, busca sólo su divina ayuda, lo cual no significa que hayas de volverte pasivo, inerte o crédulo, ni que debas despreciar el poder de tu propia mente. El Señor ayuda a quienes se ayudan a sí mismos. Él te ha dotado de los poderes de la voluntad, la concentración, la fe, la razón y el sentido común, con el objeto de que hagas uso de ellos en tus esfuerzos por liberarte de las perturbaciones físicas y mentales. Deberías aplicar todos estos poderes, mas apelando simultáneamente a la ayuda de Dios.
Al orar o practicar afirmaciones, hazlo siempre con la confianza de que estás empleando tus propios poderes —poderes recibidos de Dios—, ya sea para sanarte a ti o sanar a otros. Pide la ayuda divina; pero toma conciencia también de que eres tú mismo quien hace uso, como un amado hijo del Señor, de los dones que has recibido de Él —la voluntad, el sentimiento y la razón— para resolver todos los complejos problemas de la vida. Debería establecerse un equilibrio entre el concepto medieval de la dependencia absoluta del hombre con respecto a Dios y el hábito moderno de depender totalmente del ego.
APLICACIÓN DE LA VOLUNTAD, EL SENTIMIENTO Y LA RAZÓN
Es preciso que la actitud mental se adapte al tipo de afirmación utilizada: las afirmaciones relacionadas con la voluntad deben acompañarse de una enérgica determinación; las afirmaciones relacionadas con los sentimientos deben acompañarse de devoción; las afirmaciones relacionadas con la razón deben acompañarse de un claro entendimiento. Cuando se desea sanar a otros, hay que seleccionar un tipo de afirmación que concuerde con el temperamento del paciente, sea éste activo, imaginativo, emotivo o reflexivo. Un requisito fundamental en la práctica de las afirmaciones es la intensidad de la atención, aunque la continuidad y la repetición son también factores de considerable importancia. Repite atenta y reiteradamente tus afirmaciones, saturándolas de devoción, voluntad y fe. Y no te inquietes por los resultados: éstos habrán de producirse naturalmente, como fruto de tus esfuerzos.
ALGUNAS AFIRMACIONES BREVES DADAS POR PARAMAHANSA YOGANANDA
Sé que el Poder de Dios es ilimitado. Puesto que he sido hecho a su imagen, yo también estoy dotado de la fuerza para superar todos los obstáculos.
Mío es el Poder creador del Espíritu. La Inteligencia Infinita me guía y resolverá todo problema.
Dios es mi propio Banco Divino, de caudales inagotables. Siempre seré rico, pues tengo acceso a la Providencia Cósmica.
Avanzaré con Fe Perfecta, confiando en el Poder del Bien Omnipresente, el cual me otorgará cuanto necesite, en el momento en que lo necesite.
El Sol de la Prosperidad Divina irrumpe a través del oscuro cielo de mis limitaciones. Soy hijo de Dios; todo lo Suyo es también mío.
(Del Libro Afirmaciones Científicas para la Curación)